En la tercera y última parte de la entrevista que Rafael Ibarguren, gerente general de Agrícola Don Ricardo, concede a la revista chilena Visión Agrícola, el empresario se anima un tanto a hablar de política y de la Ley de Promoción Agraria. Estaban recientes la convulsión en las carreteras y la subsiguiente derogatoria de la ley 27360, tal vez eso era lo que faltaba para que los empresarios de la agroindustria se animen a demostrar lo que hicieron décadas atrás después de aquella nefasta experiencia de la Reforma Agraria.
“Hoy tenemos el reto de consolidar nuestro desarrollo logrado en los últimos 25 años como país, de enmendar y corregir las deficiencias que se han producido en este rápido crecimiento de la industria. Nuestra gran debilidad en todos los rubros es la informalidad, y esta está presente en el agro también”, señala.
Sobre la ley de Promoción Agraria opinó que “trajo muchísimo desarrollo y fue la que impulsó al Perú al sitial que ocupamos hoy en el mundo. Pasamos de producir US$600 millones de exportaciones en 1995 a estar cerca de los US$8 mil millones este 2020, un crecimiento fantástico que ha traído trabajo directo e indirecto al Perú y ha servido para reducir la pobreza pasando del 80% al 30% actual. Se calcula que, dado la intensidad de mano de obra en la industria, el 40% de este monto enorme de exportaciones va directamente a los sueldos de los trabajadores y el costo laboral de nuestro rubro es el más alto de todas las industrias existentes”.
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«Creo que debemos recoger varios aspectos buenos de dicha ley, como los referentes a la estacionalidad de la industria. No podremos lidiar con una norma con rigidez laboral, el régimen de tributación especial fue necesario para dar el impulso inicial que tuvo la industria. Hoy debemos revisar técnicamente la necesidad de esos incentivos y trabajar sobre una gradualidad que permita seguir incentivando a que no disminuyan las ganas de seguir invirtiendo en el agro. Aún la industria está en crecimiento ingresando nuevos productos a nuevos mercados que se van abriendo al mundo, por ello no podemos bajar el ritmo de crecimiento toda vez que, de detenerse la inversión, todo este desarrollo en proceso se verá afectado de forma dramática», agregó el empresario.
Advirtió que estamos ante una coyuntura política inestable y que en países como los nuestros, “la clase política es autodestructiva, industria o rubro que viene siendo exitosa es atacada directamente”.
No obstante consideró que el desarrollo de la industria debe venir de la mano de un crecimiento paralelo de la calidad de vida de los trabajadores, con una remuneración que permita un nivel de vida adecuado y que sea económicamente viable para la industria. “Solo el 5% de nuestra fuerza laboral en el campo está conformada por trabajadores formales. Nuestro reto como industria está en subir de forma inmediata estos niveles de formalización en el agro con una ley que dé la flexibilidad necesaria en los rubros que así se requiera”, dijo Ibarguren a la revista chilena.
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Asimismo, se manifestó en favor de revisar la ley que se dio en una coyuntura distinta a la de hoy “No podremos lidiar con una norma con rigidez laboral, el régimen de tributación especial fue necesario para dar el impulso inicial que tuvo la industria. Hoy debemos revisar técnicamente la necesidad de esos incentivos y trabajar sobre una gradualidad que permita seguir incentivando a que no disminuyan las ganas de seguir invirtiendo en el agro”.
Con información de Visión Frutícola, Autora Marcela Venegas