OPINIÓN: Para los que siguen creyendo que solo se hace Patria en la costa…

Por Norma Rojas Marroquín

Mucha gente vive casi toda su existencia con el chip equivocado. Muchos de nuestros compatriotas de la sierra, por ejemplo, se lamentan de la “mala suerte” que les ha tocado vivir al haber nacido en el campo y no ven la hora de emigrar a las ciudades, especialmente a la capital, en busca de “progreso”. Tarde se dan cuenta de que aquellas historias de las dos generaciones anteriores (la de nuestros abuelos y nuestros padres) ya no se replican. No para todos. Y miles terminan amontonados viviendo en casuchas de esteras, cartón o madera, en arenales en medio de la nada, sin luz, sin agua, sin educación ni salud, sin alternativas para poder cambiar su destino, sobreviviendo con varios hijos y hasta nietos, vendiendo refrescos o caramelos, esperando que el Estado “cumpla con su obligación” y los atienda.

Muchos abandonan las tierras que fueron de sus padres, de sus abuelos, despreciando un patrimonio valioso que pueden hacer producir, prefiriendo ir a subemplearse con cualquier oficio temporal y mal pagado. Consideran que tener un topo (un tercio de hectárea, aproximadamente 3 mil metros) es nada y terminan viviendo en una habitación infrahumana de 4 metros cuadrados de algún asentamiento humano.

Nuestra edición Nº 63 de la Revista AgroNegociosPerú está dedicada a demostrar a aquellos peruanos que creen que sólo se puede hacer Patria en la ciudad o en la costa, que están equivocados y que antes que vivir en la indignidad y condenar a sus hijos al látigo de la extrema pobreza, se puede hacer mucho.

Publicamos diez historias de peruanos que están haciendo Patria en el campo, en nuestra sierra, en las alturas, venciendo su geografía, la fiereza de sus climas o aprovechándose de ellos. Con esfuerzo, con creatividad, cayéndose y levantándose, ensayo y error, hasta lograr sus objetivos, que es lo que da sentido a la vida.

Nacer en uno u otro sitio no nos define, es un accidente. Tenemos la capacidad de cambiar un entorno adverso y así lo demuestran agricultores como Gonzalo Zárate, un emprendedor que ha plantado 1,800 paltos de exportación aprovechando los andenes de su natal Amaclle, en Huancavelica: o Max Cárdenas, un Ayacuchano que produce 30 mil lechugas al mes con hidroponía en la sierra de Ayacucho; o Hugo Quispe, quien ha llenado de invernaderos las partes más altas de Cusco, donde comuneros ahora siembran flores, fresas y diversos productos para la venta en diversos mercados; o la cooperativa cafetalera Huadquiña de la amazonía de Cusco que venciendo todo tipo de adversidades, internas y externas, ahora produce y exporta 26 contenedores , 30% de los cuales son cafés especiales para mercados exclusivos; o Javier Huisa López, un ingeniero de Santa Ana, Cusco, que cría cerdos a 2,200 m.s.n.m. alimentándolos con bananos para obtener una carne de exquisito sabor al estilo de los jamones ibéricos, alimentados con bellotas. Hay muchos más casos , muchos más nombres.

Sí, señores, también se puede hacer Patria en el campo, en la sierra o en la selva. No hay pretexto para condenarse a la pobreza, ni para servir de tontos útiles a los intereses de particulares que solo buscan insertarse en las planillas del Estado

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