Funcionarios sin resultados: el talón de Aquiles del Estado

Por Alfonso Velásquez Tuesta

En el Perú, el problema ya no es la falta de recursos. Es la falta de gestión eficaz y compromiso de muchos funcionarios públicos para transformar presupuesto en resultados. Mientras sectores productivos, empresas y comunidades esperan respuestas, la maquinaria estatal continúa atrapada en la parálisis y la ineficiencia.

Según la Contraloría General de la República, en 2023 la corrupción y la inconducta funcional ocasionaron un perjuicio económico de S/ 24 268 millones, equivalente al 12,7 % del presupuesto ejecutado. Es dinero que no llega a escuelas, postas médicas, caminos rurales ni proyectos productivos que podrían transformar territorios.

La cifra de proyectos paralizados es igualmente alarmante: a junio de 2025 existen 2 428 proyectos de inversión pública detenidos por más de seis meses, valorizados en S/ 8 176 millones. De ellos, el sector agrario —clave para la inclusión productiva— concentra 324 obras paralizadas, que representan S/ 7 580 millones inmovilizados. Es decir, infraestructura que podría generar empleo, irrigar chacras o mejorar la competitividad regional está abandonada, sin responsables visibles ni correctivos efectivos.

Más preocupante aún: el país registra 22 881 proyectos con ejecución física cero, por un monto de S/ 11 674 millones. Miles de iniciativas presupuestadas que no han colocado ni una piedra. Esto revela una cadena de debilidad institucional: perfiles técnicos inadecuados, alta rotación, falta de liderazgo y ausencia de mecanismos de evaluación real de desempeño.

Este escenario exige un cambio profundo en la cultura de la función pública. No se trata solo de designar personas “de confianza” o cubrir formalidades. Se trata de incorporar funcionarios con formación técnica sólida, visión de país y, sobre todo, capacidad para cumplir metas concretas y rendir cuentas. La función pública debe medirse por indicadores de avance, ejecución y resultados, no por el tiempo que se ocupa un cargo.

El Perú ha demostrado que, cuando se gestiona bien, se logran transformaciones notables en sectores como el café, la palta o el arándano. Es hora de aplicar la misma lógica de productividad y resultados en la gestión estatal: planificación técnica, metas claras, seguimiento continuo y sanción ante el incumplimiento. No podemos seguir permitiendo que miles de millones se evaporen entre la ineficiencia y la indiferencia.

El país necesita funcionarios que lideren con resultados, no con excusas.
PD: “Talón de Aquiles” es una expresión popular que se utiliza para referirse al punto débil de una persona, institución, proyecto o sistema. Señala el área de mayor fragilidad, donde existe menor control o resistencia frente a una situación adversa. Puede emplearse en diversos contextos para destacar la vulnerabilidad que puede comprometer el éxito o la estabilidad de algo o alguien.

 Fuente: Diario Expreso
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