
Hace algunos años en El Pedregal, Arequipa, muchos pequeños #agricultores disfrutaban de la bonanza económica que les trajo el cultivo del ají páprika. Se organizaron y vendían su producto de gran calidad a empresas exportadoras pero con el tiempo las organizaciones de productores se fueron debilitando y sus cultivos empezaron a ser descuidados. Como consecuencia de ello empezaron a aparecer plagas y enfermedades, lo que sumado a la coyuntura de los últimos años: pandemia, inestabilidad en los mercados, altos costos de insumos etc. desembocaron en una grave crisis que encontró a los productores desorganizados y sin mayores conocimientos sobre cómo enfrentar estos problemas. Los productores son ahora conscientes de que necesitan organizarse y capacitarse y piden ayuda para lograrlo, necesitan un mecanismo articulador que los ayude a asociarse, antes de que esto se convierta en un problema social de proporciones , como ocurre a nivel nacional con otros productos.
El cultivo representa una importante fuente de ingresos para miles de familias en la zona así como de empleos directos e indirectos. Por ello los productores reclaman ayuda para evitar que este problema se convierta en un problema social.